ROSEMARY'S BABY (La semilla del diablo)


DIRECCIÓN Y GUIÓN: Roman Polanski
AÑO: 1968
PRODUCCIÓN: William Castle
B.S.O: Krzysztof Komeda
INTÉRPRETES: Mia Farrow (Rosemary Woodhouse), John Cassavettes (Guy Woodhouse), Ruth Gordon (Minnie Castevet), Sidney Blackner (Roman Castevet), Maurice Evans (Hutch), Ralph Bellamy (Dr. Sapirstein), Patsy Kelly (Laura-Louise), Charles Grodin (Dr. Hill)

LA MALDICIÓN QUE TRASPASÓ LAS FRONTERAS DE LA GRAN PANTALLA


Película maldita por excelencia y considerada de culto dentro del género de terror, Rosemary's baby aparecía en pleno apogeo del ocultismo, originando la conocida fiebre del satanismo en el ámbito del séptimo arte y convirtiéndose en precursora de películas como El Exorcista o La Profecía.


Esta polémica adaptación de la novela homónima del escritor de misterio Ira Levin (cuyos decorados y vestuario se muestran idénticos) pronto cosecharía un gran éxito, tanto de critica como en taquilla, a pesar de la catastrófica traducción que en nuestro país se le dio al título, eclipsando en parte la magia aterradora que nos envuelve y sobrecoge a  lo largo de todo el metraje, pero que aún así, no desmerece un ápice ese cúmulo de sensaciones que logra transmitir. Todo ello, aderezado con la sobresaliente actuación del reparto, desde su estrella protagonista o el actor y director John Cassavetes, a la oscarizada Ruth Gordon por su espléndido papel de la aviesa Minnie, la convierten en una de las joyas de la historia del celuloide.


Aunque en un principio se barajaría el nombre de Alfred Hitchcock para dirigir el filme, finalmente se optaría por un director de cine superviviente del Holocausto y de origen judío - polaco nacido en Francia, cuyo nombre, Rajmund Roman Liebling, tal vez no nos diga mucho, pero que si lo traducimos por el de Roman Polanski, seguro que nos resulta más familiar. Polanski, debutaba así en Hollywood, tras títulos tan significativos como El cuchillo en el agua (1962), Repulsión (1965) o El baile de los Vampiros (1967), y su cruenta versión de Macbeth (The Tragedy of Macbeth, 1971), Chinatown (1974), Lunas de hiel (1992) o El Pianista (2002) a posteriori.


Polanski nos conduce por un mundo que debido a su cotidianidad, bien podría representar al de nuestros vecinos más próximos, un mundo el cual poco a poco va resquebrajándose para acabar convirtiéndose en una diabólica pesadilla, creciente y de auténtico terror psicológico que no necesita de sangre ni morbo para atemorizar al más pintado, sino que se sirve del suspense, al más puro estilo Hitchcock, para a través de sutiles insinuaciones, provocar una sensación de asfixia que nos acecha y nos desborda durante todo el filme. No en vano, Polanski afirmaría: “No quiero que el espectador piense ‘esto’ o ‘aquello’, quiero simplemente que no esté seguro de nada. Lo más interesante, es la incertidumbre”, pues el director sabía de sobra, que los más abominables demonios que acechan al ser humano, se hallan en su propia mente y en las experiencias vividas a diario. Es por ello, que transcurrido tanto tiempo, su película conserva intacta su esencia inicial.


Y ya como colofón, no podemos obviar su desasosegante B.S.O, que pone la guinda a este siniestro pastel, más a modo de sugestiva y estremecedora nana de los míticos The Cure, que como una melodía auténticamente espeluznante.


ARGUMENTO:
Una joven pareja de recién casados, se traslada a un lujoso edificio neoyorkino sobre el cual pesa una funesta maldición. Poco tiempo después, entablan relación con una pareja de vecinos que comenzará a interferir de un modo indiscutible en sus vidas. Tras un sueño cargado de connotaciones freudianas, católicas y paranormales, la principal protagonista, queda encinta y es a partir de entonces cuando su paranoia va in crescendo, hasta el punto de convertirse en una especie de difuso juego macabro...
¿Será real la espantosa evidencia que se muestra ante nuestros ojos o quizá todo sea  producto de la fértil y enfermiza imaginación de su protagonista? Tal vez hallemos la respuesta en esa apocalíptica nana de índole más bien fantasmagórica...


ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES (¡ojo, spoilers!):
Tras dialogar con el autor de la novela y aventurarse con algunas sectas, Polanski optó como asesor por Anton LaVey, fundador de la Iglesia de Satán y conocido como el Papa Negro. Sin embargo, no son ciertos los rumores acerca de que LaVey interpretase al diablo en el filme, sino que la escena en la cual se ve brevemente el rostro del maligno, fue representada por Clay Tanner.


Sharon Tate, esposa de Polanski, obtuvo un pequeño papel en la película en el cual representaba a una de las amigas de Rosemary en la fiesta que ésta celebra.


Mia Farrow, que por aquel entonces estaba casada con F. Sinatra, recibió durante el rodaje los papeles de divorcio. Cuando la actriz los leyó, rompió a llorar sobre el suelo de la cocina, al igual que el personaje de Rosemary, hecho que más tarde Polanski utilizaría para dar mayor credibilidad a la secuencia.

 

Para el papel de Guy Woodhouse, se pensó en Robert Redford y en Jack Nicholson, aunque finalmente se impondría el criterio de Polanski y se eligió a John Cassavetes.


El productor de la película, William Castle, propenso a publicitar sus películas con bromas macabras, hizo correr el rumor de que una maldición pesaba sobre él y que tenía síntomas de una posesión demoníaca.

HISTORIA DE UNA MALDICIÓN
Un año después del estreno de La semilla del Diablo, Sharon Tate, esposa de Roman Polanski y embarazada de ocho meses y medio, sería brutalmente asesinada junto a unos amigos suyos (matanza de Cielo Drive). Los autores de tal orgía de sangre, fueron los miembros de la tristemente célebre Familia Manson, enviados por su líder, Charles Manson. Todas las pruebas encontradas tras el asesinato, apuntaban a un crimen satánico, desde la relación de Manson & Cia. con el mundillo del ocultismo, a los elementos aparentemente rituales hallados en la masacre (pintadas en las paredes, citas de canciones de los Beatles...) o el hecho de que Sharon Tate (al igual que el Rosemary), estuviera embarazada.

Asimismo, el film se rodó íntegramente en el Edificio Dakota de Nueva York (The Bramford, tanto en la novela, como en la película), un exclusivo bloque de apartamentos que alojó a celebridades tales como el actor de terror Boris Karloff o el polémico Aleister Crowley, famoso por sus oscuras tendencias espiritistas y cuyo rostro aparece en la portada del disco de los Beatles Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Pero si por algo se le conoce a este edificio, es por poseer una de las leyendas más negras de toda la Gran Manzana (motivo que le sirvió para ser escogido por Polanski con el fin de dotar al su obra del ambiente idóneo), hecho que se vería acrecentado en diciembre de 1980, cuando John Lennon fue asesinado por Mark David Chapman a la entrada del edificio. Si además, tenemos en cuenta que el propio Lennon, era uno de los autores de las canciones empleadas por el clan de los Manson en sus brutales asesinatos, que fueron interpretadas por su líder como señal del nuevo Apocalipsis, tenemos el cocktail perfecto para la constatación de su leyenda como edificio maldito.


La versión oficial, cuenta que Krzysztof Komeda, compositor de la B.S.O, falleció apenas un año después del estreno de la película a causa de un accidente de automóvil cuando tan sólo contaba 38 años de edad. Sin embargo, lo que más tarde relataría el propio Polanski, con quien además le unía una estrecha amistad, fue que con motivo del estreno de Rosemary's baby en Los Angeles, y tras invitar al compositor polaco a asistir al evento, se le enviaría un billete de avión, cuyo número de vuelo “casualmente” era 666, y aunque finalmente Komeda optó por acudir directamente en coche, sufriría un accidente poco antes de llegar a su destino en el kilómetro... ¡666!
Transcurrido el mal trago y finalizada la premiere, el malogrado compositor cogería un taxi que le conduciría hacia la fiesta que se celebraba en casa del director... taxi que llevaba una cruz invertida en su interior, a modo de “curioso” ornamento. Una vez en la fiesta, alguien le presentaría a un crítico musical de Los Angeles Times, cuyo nombre, Sypher, le recordaría irremediablemente a Lucifer, decidiéndole a abandonar definitivamente el lugar, ya con unas cuantas copas de más, de un modo singular: saltando la tapia que daba a una casa contigua a la de Polanski, en cuya fuente, en la cual fue a dar con su cráneo, figuraba el nombre de de Sant Anne, y que debido al golpe, algunas de las letras caerían, leyéndose... ¡Satan!
¿Casualidad, maldición u otra "simple" leyenda negra de tantas que persiguen a este ínclito film?


 La actriz y modelo Angela Dorian, también conocida como Victoria Vetri (Cuando los dinosaurios dominaban la tierra, 1970), que aparece brevemente al inicio de la película junto a Mia Farrow (cuando a modo de guiño, ésta le pregunta en la lavandería si es Victoria Vetri y ella responde que no), fue acusada de intento de asesinato durante el año 2010.


MORALEJA:
“La más hermosa de las jugadas del Diablo es persuadirte de que no existe.” (C. Baudelaire)
- THE END - 


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